Hikomori argentino
Un gaucho, amparado en un motivo que por el momento nos resulta desconocido, elige confinarse en un galpón del caserío bonaerense: un pliegue en el vacío de la pampa donde el recluido, en una traducción trastornada del modo japonés, afila en silencio las herramientas de los que van al campo a producir. En una franja de tiempo paralela, una media mujer lidia con estatutos de reclusión en la ciudad pandémica y, como acto de resistencia, encuaderna libros y teoriza, sin desprenderse de sus máscaras con las que enfrenta el carnaval sombrío, sobre el sentido de escribirlos o de entrar en ellos para habitarlos. Historias en las que Carlos Ríos ausculta los efectos colaterales de un dramatismo epidemiológico del que todavía no salimos. “Al cabo de unos años, nadie recuerda la historia”, dice quien narra y acaso sea, por esa única razón, que cualquier relato asume las fisonomías de una supervivencia.
El arte de tapa es de Daniel García / @danielgarcia1958