En La Salada
1969-1974
¿Qué cosas configuran un recuerdo? ¿De qué manera una experiencia atraviesa el tejido siempre permeable del tiempo para volverse imperecedero? El paisaje de la infancia y el de cierta estación santafesina quedan signados por las señas de un accidente familiar y las fronteras se borran. El pasado, el presente, una mujer que escribe y una niña que vive. La escritura de Nora Avaro dibuja en el aire los contornos de un pueblo pero al mismo tiempo esboza las siluetas de quienes lo habitaron desde el origen hasta el breve y determinante período en el que esas fuerzas confluyeron para cambiarlo todo. Una extraña superposición de fantasmas, lecturas y personas que no hacen otra cosa más que vivir en el relato y lo hacen propio, tanto que la Estación La Salada se deshace de la condición genérica que el lugar común asigna a los pueblos y deviene en un mundo completo. La potencia arrolladora de la prosa de Avaro aterriza sobre las cosas y las acerca hasta hacerlas tan reconocibles como aquel que saluda agitando el sombrero en la lejanía.
El arte de tapa es de Daniel García / @danielgarcia1958