Campamento
La protagonista de este breve diario debe someterse a una tratamiento médico que la obligará a mantenerse aislada de cualquier persona durante algunos días. Con una disciplina propia de los saberes orientales, encara la tarea a partir de una suerte de resignación leve que trastoca cualquier atisbo de tragedia en un momento luminoso. Así, planifica la reclusión y abraza una idea de levedad que transforma, con el objeto de atravesar el tiempo, en escritura. La composición fragmentaria y el tono, las espirales de la sintaxis, suspenden el sentido de lo que ocurre en la vida y lo esparcen hacia algunos recuerdos, episodios y personas que se cruzan y salen de la memoria con la misma velocidad con la que entraron. En ese punto exacto, donde las circunstancias del encierro (ese presente extendido) son un paisaje de fondo preciso e inevitable, es donde el diario muestra su potencia narrativa y su habilidad como conjuro.
El arte de tapa es de Daniel García / @danielgarcia1958